Testamento de Esperanzas

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Venia escuchando, mientras manejaba hacia mi casa, una canción de uno de mis cantantes preferidos: Silvio Rodríguez. Se llamaba Testamento.

Entonces voy a hacer un testamento. De los que se hacen en vida (porque el que se muere deja a todos jodidos). No pienso morirme por ahora. Aunque una cosa piensa uno y otra la providencia. Y como vivo en este país, donde últimamente la vida vale poco, soy propenso a que pase algo, si algo ha de pasar.

Pero, yo que no tengo mucho, ¿que voy a dejar a los que se queden?

He decidido inventariar mis posesiones y si tengo algo que dar, voy a mencionar, en este escrito a quien le tocará, lo que le ha de tocar. Presten atención, para que se noten en las metáforas, palabras que sin llevar sus letras (con una excepción muy valedera), mencionan sin duda sus nombres. Recibirán doble herencia: la satisfacción del entendimiento y la riqueza sublime de cuanto les quiero.

Tomé como base, esa hermosa canción y he modificado algunas líneas, he añadido las mías. Así que no se enoje nadie por el plagio, pero es que ando corto de inspiración y tengo que distribuir antes que se me vaya lo caritativo.

Como la muerte anda en secreto
y no se sabe qué pasará, mañana,
yo voy a hacer mi testamento,
a repartir lo que me falta
—pues lo que tuve ya está hecho, ya está en casa—.

Yo voy a hacer mi testamento
para cerrar cuentas soñadas.

Le debo una canción a la sonrisa,
a la sonrisa de manantial, esa que salta:
le debo una canción a toda prisa
para que quede que estuvo cerca, agazapada.

Le debo una canción a lo que supe,
a lo que supe y no pudo ser más que silencio:
le debo una canción, una que ocupe
la cantidad de mordazamor de un juramento.

Les debo un secreto, un secreto de complicidad,
A la generación de flores despabiladas y otras mas,
que después de encontrar afinidad amada,
de hombres hirsutos, llenan la morada.

Les debo una canción a los pecados,
a los pecados que no gasté, los que no pude:
les debo una canción, no como hermano,
sino de sal que el catador también alude.

Le debo una disculpa, por anonadar,
disculpa al padrino dulce, que de todo tiene,
porque aunque mucho busque y busque,
por no tener lo que quiere, me hace difícil el agradar.

Le debo una canción a la mentira,
a la mentira pequeña, frágil, casi salva:
le debo una canción endurecida,
una canción asesina, bruta, sanguinaria.

Le debo admiración, todo el estrellato
aquella, que sin querer o queriendo,
torva mi mirada y sentimientos
de un hijo indigno más que ingrato.

Le debo una canción al oportuno,
al oportuno mutilador de cuanta ala:
le debo una canción de tono oscuro
que lo encadene a vagar su eterna madrugada.

Le debo la ternura, a mi tia empeñada,
a quien convive con una locura divina,
esa  que me levanta, en el campo amado,
con hermosas serenatas matutinas.

Le debo la ciencia a las fronteras,
a las fronteras humanas, no a las del misterio:
les debo una canción tan poco nueva
como la voz más elemental de los colegios.

Le debo razón, razón al transformado,
al convertido que se considera iluminado,
para que sepa menos tarde que temprano
que adjurar la mentira, da sentido a la vida.

Le debo una canción a una bala,
a un proyectil que debió esperarme en una selva:
le debo una canción desesperada,
desesperada por no poder llegar a verla.

Le debo una palmada al primo, compañero,
al compañero de riesgos, al de la victoria:
le debo una palmada, alada, enaltecedora,
una bandera común que vuele con la Historia.

Les debo el corazón, a los trocitos de mi vida,
Manos dichosas, que sembraron tal semillas,
Les debo el corazón lleno de orgullo,
mis germinadas esencias y sin cadenas divinas.

Le debo un poema a la verdadera compañera,
Compañera que bajo una luna latente,
hija de tristezas, penas e imposibles fronteras,
nos conocimos de repente y ha sido para siempre.

Le debo una canción, una, a la muerte,
una a la muerte voraz que se comerá tanto:
le debo una canción en que hunda el diente
y luego esparza con la explosión fuegos del canto.

Le debo la satisfacción a Romelinda,
Tia querida, les dije lo que querías
y tambien algunas fotos de las flores,
las flores que admiras, desde arriba.

Le debo una canción a lo imposible,
a la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza:
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada en vientos de esperanza.
.
El Tulli

Es un sarcastico-tecnologico. La especie mas peligrosa de toda la web. Es el culpable de todo lo que pasa aqui. Ha jodido a America (la mujer del vecino, ahora le dicen "la Tullía"), la Res (que es pública), al Santo (de apellido Domingo que vive en la capital), a Bonao (perro del pulpero- buen perro ese-)y lo joderá a usted tambien si se descuida.

5 Comments

Opine lo que le dé la gana. Le responderemos de la misma forma...
Say whatever you want, we can take it.

  1. I see that the song has brought on a dark mood. (Que cancion tan larga, BTW). Y quiero los banquitos aquellos que tienes en la terraza... Just saying.

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  2. Es largo el poema, tenia mucho que repartir. Los banquitos son tuyos, mi querida prima despavilada; Aunque el tuyo de hirsuto no tiene nada.

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  3. Primo: Se dice "despabilada". Y que mio no tiene nada de hirsuto (let's not get into the details =)? No te entiendo, pero 'ta bien! (and knowing you, now you're going to make up something weird...)

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  4. Despabilada, escribí bien en el poema, fue en mi comentario que meti la pata. Me di cuenta y pude borrarlo, pero estaba perezoso y lo dejé así.
    Hirsuto tiene dos significados y casi todos caen dentro de uno u otro. O es sobre el caracter o sobre sus pelos. Lo que es "Weird" es que no me entiendas. (I feel hurt now..).

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  5. Ah! se me olvidaba... ¿notaste tus padres en el poema?

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