Para mi padrino con cariño.
Siendo ésta la semana de la Feria del Libro, se me ocurre escribir sobre un libro no escrito. Mi apreciado Tío y Padrino, Nicomedes, en varias ocasiones, me ha mencionado su anhelo de escribir un libro.
No me es de extrañar, dado que dicen por ahí que un hombre excepcional debe hacer varias cosas, las cuales no recuerdo, si recuerdo que una de ellas es escribir un libro.
Si fuera una autobiografía, ¿por dónde iniciaría? Iniciaría, por ejemplo, cuando era bien pequeño y recibía el “cariño” de sus hermanas, medio “jamonas” de forma de zurras menudas. O seria de cómo iba a jugar con los juguetes “ricos” de los hijos de Pepe Velazco, compadre de su padre Susano. El mismo Suzano (mi abuelo), que le levantaba a las 5 de la mañana, porque los hombres no duermen tanto. El que le envió, siendo muy niño, a la loma del Hoyo el Toro a buscar vacas pérdidas.
Escribiría de cómo vino al pueblo a estudiar en el “liceo normal”. Viviendo en la casa de mi madre Luisa. Una casa de madera en la Luperón #22, con apenas dos habitaciones. El techo de zinc, sonaba “rin-rin” cuando vibraba por la acción de un buen peo.
Sus logros estudiantiles, en el Duployé No.2 o sus trabajos.
Empezando por el Almacén de Lolo Cáceres (foto de esos tiempos, incluida). O como trabajó para los turcos Khoury, ganándose su confianza como contador. O de cómo convirtió una tiendecita en la tindesota Villa de la Hortensias.
O tal vez nos habla de sus conquistas amorosas. Ana Josefa, su primera esposa o Juana, la definitiva.
Sus muchas casas. De la Luperón, a la México, de ahí a la 16 de Agosto (muy cerca de los testigos de jehová), o de su primera casa propia (creo) en la Avenida Angelita o Isabel la Católica. De la casa de mejores recuerdos, la que quedaba cerca de Mama Rosa. Que le vendiera más luego a su hermana menor Romelinda. Recuerdo como vine del extranjero a participar en la inauguración de su “palacete” actual. Tomé fotos memorables, puesto que casi toda la familia participó.
O hablará, de su amor por la pelota. Del play, que a mucho dolor de Enrique (su hermano más viejo) construyó, “pa ir con la camioneta llena de tígueres” a jugar a Jobován. Y ya que hablamos de vehículos, no sería interesante leer del cariño que siempre tuvo a sus carros. El Chevy de los sesentas, el cepillo (del cual me recuerdo mucho, porque lo monte un millón de veces), del impala marrón, de la Volvo Color vino, etc. De la Ruge, que aunque no carro, desde la barra, donde me sentaba, se sentia como un Chevrolet. (la pobre se quemo en el fuego de la Opera)
Recuerdo dos episodios con algunos de esos vehículos: El viaje a Constanza con Juancito y Enrique. Siendo bien pequeño, me detuve a quitarle los cadillos del ruedo de los pantalones. Momento que quedó plasmado en el tiempo por una cámara “a colores” que llevó consigo. (Foto contigua) También recuerdo venir de Bonao con Nicomedes a procurar una camioneta Toyota nuevecita. Era de doble cabina y como, desde la casa la llevo a ponerle aire acondicionado en la Lincoln y más luego a tintar los vidrios en la 27. Esos momentos, me dejaron plasmado el amor que mi padrino le tiene a sus carros.
¿Y qué, si fuera un anecdotario? Donde contaría tantas anécdotas de su interesante vida y la iteración que tuvo con los que le rodearon, desde familia, amigos y enemigos. Por ejemplo ¿contaría como no soñaba con entrar o vivir en una casa como la de los Pellice, casa que más luego compró. Me imagino el sentimiento “Yo puedo vivir en cualquier casa, coño” que paso por su mente cuando la obtuvo. Fue tanto el gusto que hasta la derribó. La sustituyó por una ferretería (tuve que viajar otra vez a esta otra inauguración).
O podría ser uno de corte filosófico, de esos de “motivación” que hay por ahí, como el Hombre Mediocre. Podría tener mucho de Finanzas y Negocios, “la clave del éxito”. O de educación: cómo educar un hijo y hacerlo exitoso.
Pero lo que sería un “hit”, es uno de amor. Del amor y devoción que se tiene por las cosas y personas queridas: La madre, el padre, la familia, la pelota, el campo, el carro, su sobrino (je!) . De la solidaridad, la que se demuestra con el familiar enfermo. El dolor e impotencia, como cuando su unico hijo se accidentó.
La tristeza que sobresale ante la pérdida irreparable. (Le he visto llorar en tres ocasiones: cuando murieron Andrés de los Santos, mi padre Jose Antonio (Checheco) y Romelinda su hermana más pequeña). Cuando se quemó la Opera, fue tristeza, pero cuando la inauguró (otro viaje del extranjero que tuve que tirarme) fue satisfacción. Su hospitalidad. No hay un Paulino que no haya disfrutado de la hospitalidad “Nicomediana”. Que no haya usado su casa en Jobován para un evento importante. Que no se haya sentido en casa, donde esté este hombre. Un libro de amor no sería de nada malo.
Ese es un libro que quisiera leer. Estoy seguro que todos ustedes también querrán leer un libro así.
Ojalá no muy lejos. Tiene a favor muchas cosas: su cultura, su dedicación y el tiempo.
Ah! Y lo mejor de todo… para su lanzamiento o inauguración, no tendré que viajar esta vez.
Siendo ésta la semana de la Feria del Libro, se me ocurre escribir sobre un libro no escrito. Mi apreciado Tío y Padrino, Nicomedes, en varias ocasiones, me ha mencionado su anhelo de escribir un libro.
No me es de extrañar, dado que dicen por ahí que un hombre excepcional debe hacer varias cosas, las cuales no recuerdo, si recuerdo que una de ellas es escribir un libro.
Si fuera una autobiografía, ¿por dónde iniciaría? Iniciaría, por ejemplo, cuando era bien pequeño y recibía el “cariño” de sus hermanas, medio “jamonas” de forma de zurras menudas. O seria de cómo iba a jugar con los juguetes “ricos” de los hijos de Pepe Velazco, compadre de su padre Susano. El mismo Suzano (mi abuelo), que le levantaba a las 5 de la mañana, porque los hombres no duermen tanto. El que le envió, siendo muy niño, a la loma del Hoyo el Toro a buscar vacas pérdidas.
Escribiría de cómo vino al pueblo a estudiar en el “liceo normal”. Viviendo en la casa de mi madre Luisa. Una casa de madera en la Luperón #22, con apenas dos habitaciones. El techo de zinc, sonaba “rin-rin” cuando vibraba por la acción de un buen peo.
Sus logros estudiantiles, en el Duployé No.2 o sus trabajos.
Empezando por el Almacén de Lolo Cáceres (foto de esos tiempos, incluida). O como trabajó para los turcos Khoury, ganándose su confianza como contador. O de cómo convirtió una tiendecita en la tindesota Villa de la Hortensias.
O tal vez nos habla de sus conquistas amorosas. Ana Josefa, su primera esposa o Juana, la definitiva.
Sus muchas casas. De la Luperón, a la México, de ahí a la 16 de Agosto (muy cerca de los testigos de jehová), o de su primera casa propia (creo) en la Avenida Angelita o Isabel la Católica. De la casa de mejores recuerdos, la que quedaba cerca de Mama Rosa. Que le vendiera más luego a su hermana menor Romelinda. Recuerdo como vine del extranjero a participar en la inauguración de su “palacete” actual. Tomé fotos memorables, puesto que casi toda la familia participó.
O hablará, de su amor por la pelota. Del play, que a mucho dolor de Enrique (su hermano más viejo) construyó, “pa ir con la camioneta llena de tígueres” a jugar a Jobován. Y ya que hablamos de vehículos, no sería interesante leer del cariño que siempre tuvo a sus carros. El Chevy de los sesentas, el cepillo (del cual me recuerdo mucho, porque lo monte un millón de veces), del impala marrón, de la Volvo Color vino, etc. De la Ruge, que aunque no carro, desde la barra, donde me sentaba, se sentia como un Chevrolet. (la pobre se quemo en el fuego de la Opera)
Recuerdo dos episodios con algunos de esos vehículos: El viaje a Constanza con Juancito y Enrique. Siendo bien pequeño, me detuve a quitarle los cadillos del ruedo de los pantalones. Momento que quedó plasmado en el tiempo por una cámara “a colores” que llevó consigo. (Foto contigua) También recuerdo venir de Bonao con Nicomedes a procurar una camioneta Toyota nuevecita. Era de doble cabina y como, desde la casa la llevo a ponerle aire acondicionado en la Lincoln y más luego a tintar los vidrios en la 27. Esos momentos, me dejaron plasmado el amor que mi padrino le tiene a sus carros.
¿Y qué, si fuera un anecdotario? Donde contaría tantas anécdotas de su interesante vida y la iteración que tuvo con los que le rodearon, desde familia, amigos y enemigos. Por ejemplo ¿contaría como no soñaba con entrar o vivir en una casa como la de los Pellice, casa que más luego compró. Me imagino el sentimiento “Yo puedo vivir en cualquier casa, coño” que paso por su mente cuando la obtuvo. Fue tanto el gusto que hasta la derribó. La sustituyó por una ferretería (tuve que viajar otra vez a esta otra inauguración).
O podría ser uno de corte filosófico, de esos de “motivación” que hay por ahí, como el Hombre Mediocre. Podría tener mucho de Finanzas y Negocios, “la clave del éxito”. O de educación: cómo educar un hijo y hacerlo exitoso.
Pero lo que sería un “hit”, es uno de amor. Del amor y devoción que se tiene por las cosas y personas queridas: La madre, el padre, la familia, la pelota, el campo, el carro, su sobrino (je!) . De la solidaridad, la que se demuestra con el familiar enfermo. El dolor e impotencia, como cuando su unico hijo se accidentó.
La tristeza que sobresale ante la pérdida irreparable. (Le he visto llorar en tres ocasiones: cuando murieron Andrés de los Santos, mi padre Jose Antonio (Checheco) y Romelinda su hermana más pequeña). Cuando se quemó la Opera, fue tristeza, pero cuando la inauguró (otro viaje del extranjero que tuve que tirarme) fue satisfacción. Su hospitalidad. No hay un Paulino que no haya disfrutado de la hospitalidad “Nicomediana”. Que no haya usado su casa en Jobován para un evento importante. Que no se haya sentido en casa, donde esté este hombre. Un libro de amor no sería de nada malo.
Ese es un libro que quisiera leer. Estoy seguro que todos ustedes también querrán leer un libro así.
Ojalá no muy lejos. Tiene a favor muchas cosas: su cultura, su dedicación y el tiempo.
Ah! Y lo mejor de todo… para su lanzamiento o inauguración, no tendré que viajar esta vez.
Gracias a todas las personas que contribuyeron al "dejarme" robar sus preciadas fotos. ¿Ven que yo las devuelvo con valor agregado?
ReplyDeleteSi alguien tiene un album por ahi, que no sepa que hacer. Yo estoy dispuesto a "robarle", digo, quitarle ese problema de encima.