¿Le han dado, alguna vez, una patada por los “huevos”? No le pregunto a las mujeres, porque ellas no tienen eso para experimentar el dolor. Pero les puedo dar una buena idea: es asi como cuando a uno le dan por el “guesito” de la contentura o cuando le dan una trompá en la barriga que le saca el aire. Una patada en las pelotas le saca el aire a cualquiera. En buen dominicano eso se llama una privá.
Privar es un verbo dominicano que no tiene nada que ver con los del español verdadero. No es sinónimo de quitar, ni de vanidad. Es sacarle el aire a una persona con un golpe, preferiblemente una trompada o una patada.
Con relación a las mujeres, se me ocurre interesante el hecho que los géneros tengan dolores intrínsecos de ellos, quiero decir que los hombres tienen dolores que ellos solo entienden y las mujeres tienen dolores que solo ellas entienden, por ejemplo: parir. ¿Que hombre podrá imaginar ese dolor si nunca lo ha tenido ni nunca lo tendrá?
Pero esto es otro tema, volviendo a mi tema principal, la otra noche estábamos en la cama toda la familia viendo una película y mi hijo en una de sus movidas de cama, me dio una patada en las joyas de la familia. Algo así como, ya tu hiciste lo tuyo, déjame lisiarte pa hacerme el único poseedor de joyas en esta casa.
No se imaginan ustedes lo duro que puede patear un joven de 14 años… Les aseguro, que muy duro.
Me privó. Es un dolor que uno no puede reírse, un llorar, ni hablar, ni caminar, ni sentarse y mucho menos gritar. Y lo peor del caso es que el dolor no se va de una vez. Por espacio de varios días, cada vez que uno se sienta se acuerda de lo que le cuelga.
Los Granos son como el “narigón” de los hombres (el narigón es lo que le ponen a lo bueyes en el hocico para poder controlarlos), si a un hombre lo agarran por los cocos, lo pueden dirigir o hacerlo que haga lo que el “agarrador o agarradora” quiera.
Volviendo al golpe, aunque el mismo no prohíbe que uno haga “malapalabras” con su mujer, realmente le quita el deseo a uno de intentar, por el miedo que en un movimiento, de esos que uno hace mientras no está pensando con la cabeza de arriba, se te “lastimen” los granos y termine el episodio de manera brusca y con alguien agarrándose las pelotas.
Y pensaba yo, que no poder o querer resolver, debe ser un infierno para alguien que le guste esa vaina. Uno no sabe cuánto uno le gusta eso hasta que no puede hacerlo. Estoy seguro que se debe volver loco. O ocupa su tiempo en muchísimas cosas pa no acordarse de que no puede hacer lo que antes hacia.
De ahí que salen muchísimos científicos, diáconos, escritores y demás yerbas aromáticas.
Es por eso que ahora que todavía mis cocos están tiernos y que no puedo hacer “ma ná”, escribo este artículo, porque cuando me cure, primero le voy a dar una patada a mi hijo por “hijoeputa” y después me la voy a desquitar con su mamá. Y al diablo con el celibato!
Privar es un verbo dominicano que no tiene nada que ver con los del español verdadero. No es sinónimo de quitar, ni de vanidad. Es sacarle el aire a una persona con un golpe, preferiblemente una trompada o una patada.
Con relación a las mujeres, se me ocurre interesante el hecho que los géneros tengan dolores intrínsecos de ellos, quiero decir que los hombres tienen dolores que ellos solo entienden y las mujeres tienen dolores que solo ellas entienden, por ejemplo: parir. ¿Que hombre podrá imaginar ese dolor si nunca lo ha tenido ni nunca lo tendrá?
Pero esto es otro tema, volviendo a mi tema principal, la otra noche estábamos en la cama toda la familia viendo una película y mi hijo en una de sus movidas de cama, me dio una patada en las joyas de la familia. Algo así como, ya tu hiciste lo tuyo, déjame lisiarte pa hacerme el único poseedor de joyas en esta casa.
No se imaginan ustedes lo duro que puede patear un joven de 14 años… Les aseguro, que muy duro.
Me privó. Es un dolor que uno no puede reírse, un llorar, ni hablar, ni caminar, ni sentarse y mucho menos gritar. Y lo peor del caso es que el dolor no se va de una vez. Por espacio de varios días, cada vez que uno se sienta se acuerda de lo que le cuelga.
Los Granos son como el “narigón” de los hombres (el narigón es lo que le ponen a lo bueyes en el hocico para poder controlarlos), si a un hombre lo agarran por los cocos, lo pueden dirigir o hacerlo que haga lo que el “agarrador o agarradora” quiera.
Volviendo al golpe, aunque el mismo no prohíbe que uno haga “malapalabras” con su mujer, realmente le quita el deseo a uno de intentar, por el miedo que en un movimiento, de esos que uno hace mientras no está pensando con la cabeza de arriba, se te “lastimen” los granos y termine el episodio de manera brusca y con alguien agarrándose las pelotas.
Y pensaba yo, que no poder o querer resolver, debe ser un infierno para alguien que le guste esa vaina. Uno no sabe cuánto uno le gusta eso hasta que no puede hacerlo. Estoy seguro que se debe volver loco. O ocupa su tiempo en muchísimas cosas pa no acordarse de que no puede hacer lo que antes hacia.
De ahí que salen muchísimos científicos, diáconos, escritores y demás yerbas aromáticas.
Es por eso que ahora que todavía mis cocos están tiernos y que no puedo hacer “ma ná”, escribo este artículo, porque cuando me cure, primero le voy a dar una patada a mi hijo por “hijoeputa” y después me la voy a desquitar con su mamá. Y al diablo con el celibato!