Había tenido un día bien difícil, salí del trabajo tarde y estaba lloviendo a cántaros. Me mojé muchísimo antes de llegar al mardito carro.
Cuando llegué a mi casa, me senté en el mueble de la sala. A mi alrededor están mis hijos y esposa. Las hembras conectadas al Internet y el barón jugando en su nintendo. Cuando saludé, ni alzaron la cabeza.
Decidí, en ese momento, gratificarme con una buena dosis de quejas y auto compasión.
Empecé por decir en voz alta:
El tulli: nadie me ama!
El coro: unhum...
El tulli: mis hijos no me prestan atención ni respeto
El coro: unhum...
El tulli: todo el mundo me odia.
Mi hijo, que estaba bien ocupado con su juego de nintendo, peresozamente mira hacia arriba y dice: Eso no es verdad Papi! no todo el mundo te odia… hay gente en el mundo que no te conoce.
El tulli: oh! gracias mi hijo... Ahora me siento mucho mejor. (pensando por dentro, si te agarro el cuellito ese, te digo quien es que no me conoce, carajito culo cagao).
Y ese fue mi dia hoy.
Cuando llegué a mi casa, me senté en el mueble de la sala. A mi alrededor están mis hijos y esposa. Las hembras conectadas al Internet y el barón jugando en su nintendo. Cuando saludé, ni alzaron la cabeza.
Decidí, en ese momento, gratificarme con una buena dosis de quejas y auto compasión.
Empecé por decir en voz alta:
El tulli: nadie me ama!
El coro: unhum...
El tulli: mis hijos no me prestan atención ni respeto
El coro: unhum...
El tulli: todo el mundo me odia.
Mi hijo, que estaba bien ocupado con su juego de nintendo, peresozamente mira hacia arriba y dice: Eso no es verdad Papi! no todo el mundo te odia… hay gente en el mundo que no te conoce.
El tulli: oh! gracias mi hijo... Ahora me siento mucho mejor. (pensando por dentro, si te agarro el cuellito ese, te digo quien es que no me conoce, carajito culo cagao).
Y ese fue mi dia hoy.