Porque así es que decidí llamar al grupo de gente que se junta para ver un artista cantar. Fui al concierto de Alejandro Sanz. Fue en Altos de Chavón y no me pregunten porque, pero me gusta ir a conciertos en ese sitio. Creo que he ido como 10 veces. A ver a Santana.
Esta vez no fui manejando y decidí ir en Metro Tours. Creo que fue una decisión acertada. Porque goce con las peculiaridades de los dominicanos encerrados en una guagua. Lo primero fue que se me sentó una vieja “snob” detrás e inicio su “performance” pidiendo que apagaran la música pues no quería escuchar dos conciertos. Que con el de Alejandro le era suficiente. Cuando el mozo ofreció la lista de bebidas disponibles para los pasajeros (chiva, bayleys, absolut, etc.) la vieja er diablo esa (si, ya me había dado la cuerda) dijo, si me dicen que había bebida envuelta no voy. Pero, ven acá! Y ¿a que concierto se va sobrio? Esa mardita vieja me iba a hacer virar y decirle que no me arruinara mi concierto, pero decidí dejarla hablar en aras de crear suficiente material para este artículo. (Ah! La responsabilidad)
Llegamos al sitio y casi me estaba explotando de los pipi, resolví mi “problema” (ustedes no querrán saber cómo) y procedimos al anfiteatro. Habían como cuchumil gente tratando de entrar al unísono y como yo era un “veterano” en cuanto a conciertos en Chavón se refiere, decidí irme de “sightseeing” y luego a sentarme en unos de los restauranticos de Chavón y beberme una cervecita. Cuando terminé, entonces entré sin tener que hacer fila ni aguantar empujones. Adentro los idiotas están ahora haciendo fila para comprar la cerveza que yo ya me había bebido sentadito. Aproveché la novatada de la multitud y me senté donde me dio la gana.
Dos horas más tarde empieza el concierto y a los pocos minutos dos “damas” dela alta sociedad dominicana que estaban detrás de mí, se van a los jalones de moños y yo me dedique a tomar fotos y video del evento. Me preguntan: Oye y tú no las vas a separar y yo le conteste: usted me ve cara y vestimenta de seguridad? Métase usted pa que averigüe lo que le pasa a los que se meten en pleitos ajenos en un concierto: LO MAJAN.
Después se me coloca otra señora de “poste” al lado y enseguida me dio el regalito que tenía en los sobacos. Hay que ver que el grajo de la gente rica jiede tanto como el de los jodidos. Porque el puñal no tiene miramientos a la hora de “punchar”. Es un jediondo sin discriminación, afecta tanto a los ricos como a los sucios. Y se pega...
Porque aunque me había bañado, la vaina esa se me pego de to’aparte. La camiseta, los jeans, los cabellos y por último los sobacos. Coño, tuve que pasarme el resto del concierto con los brazos abajo, pa’que nadie se diera (digo, hueliera) el "manjar" de mi vergüenza. Mi mujer que estaba a mi lado solo se dio cuenta en la guagua cuando por descuido levante un poco el brazo y el puñal agredió sin piedad a la pobre consorte.
Para acabar esta vaina, debo decirles, que con la preocupación que tenía, no pude conseguir material para terminar la saga de la vieja er diablo esa. Me paré con la intención de pasarle por el lado y levantar “el ala” pa'darle un poquito de mi “medicina” y la vieja er diablo estaba roncando con la boca abierta. Después fue que me paso por la mente: “debí de jalarle la caja e diente a la desgracia pa verle la cara a la hora de desmontarnos”, pero no se me ocurrió tanta maldad en el momento.
Ahora, me duele hasta el huesito de la rabadilla. Porque como saben no es lo mismo ver un concierto con 20 años que con cuarenta. No brinqué mucho, ni pité como hacia hace tiempo. Solo me dediqué a llegar vivo al final del concierto. Y como lo logré, considero el evento todo un éxito!
Esta vez no fui manejando y decidí ir en Metro Tours. Creo que fue una decisión acertada. Porque goce con las peculiaridades de los dominicanos encerrados en una guagua. Lo primero fue que se me sentó una vieja “snob” detrás e inicio su “performance” pidiendo que apagaran la música pues no quería escuchar dos conciertos. Que con el de Alejandro le era suficiente. Cuando el mozo ofreció la lista de bebidas disponibles para los pasajeros (chiva, bayleys, absolut, etc.) la vieja er diablo esa (si, ya me había dado la cuerda) dijo, si me dicen que había bebida envuelta no voy. Pero, ven acá! Y ¿a que concierto se va sobrio? Esa mardita vieja me iba a hacer virar y decirle que no me arruinara mi concierto, pero decidí dejarla hablar en aras de crear suficiente material para este artículo. (Ah! La responsabilidad)
Llegamos al sitio y casi me estaba explotando de los pipi, resolví mi “problema” (ustedes no querrán saber cómo) y procedimos al anfiteatro. Habían como cuchumil gente tratando de entrar al unísono y como yo era un “veterano” en cuanto a conciertos en Chavón se refiere, decidí irme de “sightseeing” y luego a sentarme en unos de los restauranticos de Chavón y beberme una cervecita. Cuando terminé, entonces entré sin tener que hacer fila ni aguantar empujones. Adentro los idiotas están ahora haciendo fila para comprar la cerveza que yo ya me había bebido sentadito. Aproveché la novatada de la multitud y me senté donde me dio la gana.
Dos horas más tarde empieza el concierto y a los pocos minutos dos “damas” dela alta sociedad dominicana que estaban detrás de mí, se van a los jalones de moños y yo me dedique a tomar fotos y video del evento. Me preguntan: Oye y tú no las vas a separar y yo le conteste: usted me ve cara y vestimenta de seguridad? Métase usted pa que averigüe lo que le pasa a los que se meten en pleitos ajenos en un concierto: LO MAJAN.
Después se me coloca otra señora de “poste” al lado y enseguida me dio el regalito que tenía en los sobacos. Hay que ver que el grajo de la gente rica jiede tanto como el de los jodidos. Porque el puñal no tiene miramientos a la hora de “punchar”. Es un jediondo sin discriminación, afecta tanto a los ricos como a los sucios. Y se pega...
Porque aunque me había bañado, la vaina esa se me pego de to’aparte. La camiseta, los jeans, los cabellos y por último los sobacos. Coño, tuve que pasarme el resto del concierto con los brazos abajo, pa’que nadie se diera (digo, hueliera) el "manjar" de mi vergüenza. Mi mujer que estaba a mi lado solo se dio cuenta en la guagua cuando por descuido levante un poco el brazo y el puñal agredió sin piedad a la pobre consorte.
Para acabar esta vaina, debo decirles, que con la preocupación que tenía, no pude conseguir material para terminar la saga de la vieja er diablo esa. Me paré con la intención de pasarle por el lado y levantar “el ala” pa'darle un poquito de mi “medicina” y la vieja er diablo estaba roncando con la boca abierta. Después fue que me paso por la mente: “debí de jalarle la caja e diente a la desgracia pa verle la cara a la hora de desmontarnos”, pero no se me ocurrió tanta maldad en el momento.
Ahora, me duele hasta el huesito de la rabadilla. Porque como saben no es lo mismo ver un concierto con 20 años que con cuarenta. No brinqué mucho, ni pité como hacia hace tiempo. Solo me dediqué a llegar vivo al final del concierto. Y como lo logré, considero el evento todo un éxito!